A finales de febrero de 2011 el universo de los videojuegos experimentaba uno de esos momentos aciagos, tristemente muy de moda en la actualidad: Hudson Entertainment Software cerraba sus puertas y se convertía en una filial de Konami, realmente una antesala a lo que sería su posterior liquidación.
Hudson fue hasta ese entonces una de las compañías más longevas y exitosa que ha conocido la industria de los videojuegos, era un Publisher en toda regla y a lo largo de más de tres décadas, ofreció atractiva cantidad de juegos para prácticamente todas las plataformas existentes en el mercado.
Sus creadores, unos japoneses apasionados por las locomotoras, iniciaron en 1973 con una compañía que se dedicaba a todo tipo de industria lúdica y tecnológica que incluía elementos tales como fotografía y telecomunicaciones. Quizás ese inicio tan peculiar, marcaría un cierto estilo transmedia, que se dejaba ver en alguno de sus juegos más emblemáticos.
Pero el éxito no vino de la noche a la mañana, sino que correspondió a todo un proceso que vino a consolidarse una década después con uno de los juegos más celebres de todos los tiempos…
Hubo juegos de gran calibre y grata recordación, pero ninguno llegó al nivel de fama y popularidad del gran “Bomberman” (es difícil mencionar este nombre sin tener una inmensas ganas de aplaudir), un título que marcó un punto de inflexión y que consiguió un pedestal que muy pocos pueden ostentar. No es exageración afirmar que Bomberman tiene un lugar en ese pedestal que solo juegos del calibre de Mario World, Tetris y Pacman pueden presumir.
Casi sobra explicar de qué va este juego, es seguro que la mayoría de lectores de estas líneas habrán podido disfrutar de sus grandes virtudes que, si bien en la época de la antigua y mítica NES sorprendió a propios y extraños, aún hoy en día mantiene el encanto y no hay como dedicar unas cuantas partidas a disfrutarlo en cualquier emulador.
Bomberman fue realmente adelantado a su tiempo, un juego de puzles fácil de controlar pero difícil de dominar, la angustia por tratar de que nuestro personaje no pereciera mientras colocaba bombas que eliminaban a personajes de fuego (una curiosa ironía después de todo), enganchaba a más no poder. Un juego ágil, vertiginoso y a su modo bonito y colorido, una combinación de aspectos que muy pocos juego pueden presumir.
La calidad siguió acompañando a esta compañía, le correspondió el turno a Adventure Island, un juego de plataformas capaz de plantarle cara al todopoderoso Mario; en este encarnábamos a un simpático y gordito bigotón mientras superaba niveles en una especie de isla prehistórica; en unos momentos aparecía un monopatín que aceleraba la velocidad del nivel y dejaba disfrutar de los momentos más delirantes (y difíciles) que se haya podido ver en juego alguno.
Que el personaje fuese gordito y bigotón podía hacer pensar que se trataba de otro clon de Mario, pero nada más alejado de ello, Adventure Island rebosaba calidad y originalidad por los cuatro costados. Quizas una de las anécdotas más curiosas que tuvo este juego es que en varios países, incluido Colombia, muchos lo conocieron como “Capulina” dado el simpático parecido del personaje con el conocido humorista mexicano.
La lista de éxitos se engrosa con Star Soldier, un shooter de naves espaciales que en cierto sentido puede ser el precursor del genial Star Fox. Este juego vio la luz en 1986 dentro de la NES de 8 bits, sorprendiendo con un impresionante estilo gráfico que exigía al máximo las limitaciones de la consola.
En Star Soldier nos poníamos al mando de una nave espacial que combatía con toda clase de objetos en el espacio, un sistema que fue hasta cierto punto heredado de otros grandes como Gradius y muy bien desarrollado en un clásico como R-Type (estos tres juegos salieron entre 1985 y 1987, definitivamente una gran época para este género).
Blody Roar es otro de los grandes de este publisher y una ratificación de que a Hudson no le quedaba grande apostar en casi cualquier género jugable, este genial título de lucha merece una secuela pero de momento no parece avizorarse nada en el horizonte. Sin duda este fue un juego insignia en la primera PlayStation y uno de esos juegos por lo que valía la pena hacerse con esa consola.
Hudson nunca ceso en su afán por innovar, es curioso que usualmente se tienda a asociar esta empresa únicamente con Bomberman (un título aparte sin duda) y no con estas otras joyas del entretenimiento lúdico; de hecho sagas como Frogger, BeyBlade; Deca Sport, Mario Party y Lost in Blue están estrechamente emparentadas con este Publisher.
Juegos como Kororinpa, un puzle de lo más surrealista Dark Native Apostle, el primer juego de aventuras en utilizar gráficos tipo Cell Shadded, muestran a las claras el afán por siempre innovar que caracterizaba a la mayoría de los juegos de Hudson; pero también empezaron a mostrar claros síntomas de agotamiento con buenas ideas pero mal implementadas, con los que la crítica especializada terminaba otorgándole muy bajas valoraciones y la recepción del público comenzaba a enfriarse.
Con más de 400 títulos Hudson puede presumir un gran historial, cierto es que muchos de ellos eran adaptaciones y secuelas de sus juegos más representativos, en especial Bomberman, pero es claro que una sola golondrina no hace verano y la llama producida por este genial juego se fue apagando…
Un juego conocido como “Lost in Shadows” (la torre de las sombras) fue posiblemente el último intento por innovar, se trataba de un juego con ciertas similitudes visuales al gran ICO, pero que se desarrollaba a modo de plataforma bidimensional, teniendo que hacer desplazamiento e interacción con la sombra del personaje, algo hasta cierto punto similar a lo visto en el reciente “Rain” de PS3. El juego llegó a WII y de verdad se esperaba mucho de él, pero la recepción general termino siendo bastante fría y rápidamente cayó en el olvido.
Los últimos tiempos de Hudson estuvieron enmarcados en un trabajo casi exclusivo para Nintendo, de ahí surgieron juegos como Sport Island y unas agradables adaptaciones de Mario Party que seguían demostrando el buen hacer de esta compañía que finalmente tuvo que ser vendida a Konami para integrarse en el equipo desarrollador de este gigante nipón al punto de ser casi completamente absorbido.
En la actualidad Hudson aparece realizando algunos juegos sociales especialmente para plataformas móviles, un destino que cada vez resulta más común en este tipo de compañías, todavía es posible ver algo de ellos en la web japonesa de Konami pero es bastante difícil. Eso sí, en la tienda virtual de Nintendo se puede disfrutar de algunos remakes de sus juegos de culto, obviamente Bomberman aparece ahí, pero la llama se apagó hace rato…
Sus inicios estuvieron marcados por juegos de acción, entre ellos destaca “Rescue on Fractalus” un impresionante -para la época- juego tipo shooter en perspectiva tridimensional con un apartado sonoro muy bien logrado y una demostración de lo que se podía lograr si se aplicaba la tercera dimensión en los videojuegos.
Los primeros juegos de Lucas Arts eran interesantes y captaban la atención del público, pero aún les faltaba ese plus con el que la compañía pudiera marcar diferencia frente a las otras compañías. Tuvieron que pasar cinco años para que sorprendieran a todo el mundo con una aventura que dividiría la historia del mundo de los videojuegos.
Es mejor revisar el artículo antes de publicarlo, tiene muchos textos repetidos
Parece ser la constante en esta página, errores en todas las publicaciones y algunas están hasta mal redactadas. Parece que no escriben con pasión acerca de video juegos, mal por la imagen que da Colombia respecto a estos medios digitales.
Bomberman no es un bombero... Es un bombardero!