Por: Angélica Dávila, Gerente de Mercadeo para Latinoamérica de Acer
Con una industria que crece descomunalmente, jugadores que comienzan a entrenar como atletas de alto rendimiento y nuevas arenas equipándose para albergar cada batalla, los videojuegos toman caminos sorprendentes. “Nuestro compromiso es desarrollar tecnología cada vez más poderosa, que acompañe a los videojuegos en todas sus arenas, ya sea en competencias o en los nuevos roles que se le comiencen a asignar”Y es que, cada vez más, muchos parecen dispuestos a sacar el mejor provecho de lo positivo que puede ofrecer el mundo de los videojuegos.
Hoy dia los videojuegos toman caminos cada vez más sorprendentes y muchos están dispuestos a sacar el mejor provecho de lo positivo que pueden ofrecer. En Acer nos se dimo a la tarea de elaborar una lista con siete beneficios emocionales -demostrados científicamente- que generan los videojuegos en las personas, desde combatir el estrés y la ansiedad, hasta hacernos sentir menos preocupados.
- Un estudio publicado por la Universidad de Carolina del Norte en mayo de este año sugiere que los videojuegos podrían tener fines terapéuticos y relajantes. Para esto, las investigadoras compararon los efectos en Mortal Kombat y Tetris. Según el estudio, la inmersión total en los juegos nos ayuda a olvidar nuestra situación de estrés y potencia nuestra energía, algo que también nos ayuda a combatir el estrés y la ansiedad y nos hace sentir menos preocupados.
- En un estudio del 2015 en “The Journal of Neuroscience”, investigadores de la Universidad de California, reclutaron a 69 participantes y pidieron a una tercera parte que jugara Super Mario 3D World durante dos semanas, a otra tercera parte le asignaron jugar Angry Birds y al resto del grupo, les dijeron no jugar nada. “Debido a sus atractivas experiencias y enriquecedores entornos virtuales en 3D, estos videojuegos pueden proporcionarle a nuestro cerebro una estimulación significativa en lo que respecta a la mejora de la memoria”, escribieron los investigadores en su informe final.
- Minecraft y el aprendizaje de niños autistas. Durante una partida, el jugador puede cultivar y criar todo lo necesario para su alimentación o recoger materiales para fabricarse una casa, muebles o cualquier cosa que se le ocurra. Todo esto ayuda a desarrollar habilidades como la capacidad de organización, la realización de objetivos o la creación de proyectos colaborativos. Conscientes de esto, los propios creadores del juego han desarrollado un servidor, llamado Autcraft, dirigido a los niños autistas, que podrán mejorar sus destrezas sociales y su capacidad para desenvolverse en el día a día.
- Un estudio del 2013 publicado en Cell, investigó el efecto que jugar juegos de acción podría ayudar a los niños disléxicos de 7 a 13 años a leer más rápido, sin pérdida de precisión. Los resultados fueron iguales o mejores a los tratamientos de lectura tradicionales, que pueden llevar más tiempo y no ser tan divertidos.
- Un estudio realizado en el 2014, publicado en “Molecular Psychiatry” y realizado por investigadores del Instituto Max Planck en Alemania, encontró que jugar Super Mario causó un aumento en el tamaño de las regiones del cerebro, específicamente, las partes del cerebro responsables de la orientación espacial, la formación de la memoria, la planificación estratégica y las habilidades motoras finas.
- App para prevenir el Alzheimer. Un grupo de investigadores de la Universidad de Almería desarrollaron un programa que ayuda a prevenir la enfermedad, a través de juegos en los que se ejercitan habilidades como la memoria, la atención o la orientación. El juego funciona en pantallas táctiles y, según sus creadores, el objetivo principal es que lo utilicen hombres y mujeres sanos a partir de los 60 años, aunque no hayan tenido ningún síntoma o antecedente familiar que los convierta en propensos a padecer Alzheimer.
- Un videojuego de realidad virtual desarrollado por investigadores del Hospital Universitario de Bellvitge trata la bulimia nerviosa. Este juego introduce a los pacientes en una isla en la que se van enfrentando a situaciones que les enseñan a manejar sensaciones como el estrés, la frustración, la impulsividad o las emociones negativas. Además, el juego incluye un biosensor que en todo momento mide parámetros como la respiración, la tasa cardíaca, la reactividad de la piel o la temperatura.